lunes, 3 de diciembre de 2018

Rita Longa: la escultura cubana tiene nombre de mujer


A comienzos de este año 2018 se celebró en el Centro Cultural Mira de Pozuelo de Alarcón, a las afueras de Madrid, una exposición dedicada a la mujer en la escultura cubana. Lo que inevitablemente lleva a hablar de LA mujer en la escultura cubana, y esa mujer tiene un nombre: Rita Longa, presente en la exposición, por supuesto, porque una figura como ella no podía faltar.
Hay otras escultoras cubanas, como Jilma Madera, pero Rita es una figura capital.
Nada menos que la cumbre de la escultura cubana en el siglo XX.



Rita celebró su primera exposición en 1932, en los salones del Lyceum de La Habana. De ese mismo año es la Diana cazadora que se exhibía en la exposición (imagen inferior).


Es evidente en ella la influencia del art decó, determinante en sus primeros años.
Rita eligió un tema muy querido al estilo de entreguerras: el de Diana Cazadora, uno de los mitos grecolatinos más revisitados entonces. Otro fue el dios Mercurio, que simbolizaba el progreso y el comercio.
Rita también recurrió a él para decorar el vestíbulo de Banco Continental en La Habana Vieja, en la esquina de Amargura y Mercaderes.
Lo realizó en bronce, en 1952, y lo llamó, como no podía ser de otra manera, Progreso (abajo).


Creadora incesante, Rita cuenta con una obra vasta y muy apreciada entre sus compatriotas. Fue una artista popular, en el sentido más genuino del término.
En 1995 hizo historia al ser la primera mujer que ganaba en Cuba el Premio Nacional de Artes Plásticas. Fue asimismo admitida en la Academia de BB AA de San Fernando de Madrid, entre los muchos reconocimientos que tuvo en su larga vida, tanto dentro de su país como internacionalmente.

Vanguardista y transgresora, Rita siempre encontraba soluciones atrevidas y expresiones nuevas. Sus figuras religiosas exhiben sin recato una voluptuosidad muy tropical. Hasta hacerla quizá demasiado carnales.
Su imagen de Santa Rita de Casia, aunque de factura humilde (yeso con pátina), resultó sensual hasta el punto de considerarse inapropiada para un templo religioso, aunque la crítica la alabó como una obra conceptualmente revolucionaria.

Santa Rita de Casia (yeso patinado imitando bronce, 1943). En la iglesia del mismo nombre en el distrito de Miramar en La Habana, en 5ª Avda. y 26.


Otra imagen suya tremendamente popular es la Virgen del Camino, de 1948: llegó a reunir a sus pies cien mil pesos diarios: la gente le arrojaba monedas. Ante tanta generosidad espontánea, se abrió una cuenta bancaria para depositar allí el dinero y destinarlo a beneficencia. La propia Rita se encargó de
que el Tribunal de Ritos de Roma declarase legítima aquella devoción popular.

Rita Longa en su estudio durante los años 40

Rita Longa (a la dcha. de la escultura) junto a su equipo de trabajo mientras realizaban La Ilusión.

Desde su primer encargo (un Sagrado Corazón para una residencia privada, en 1940), se preocuparía porque sus obras estuvieran siempre en diálogo con su entorno.
En sus propias palabras, "que las formas estuvieran estrechamente ligadas al espacio donde iban a vivir."

Rita Longa, Autorretrato (1932)

Su obra se caracteriza por su elegancia sinuosa, la fluidez de sus formas y los movimientos de suaves ritmos.

Sus esculturas se reparten por toda su isla natal, adornando tanto plazas y parques como teatros, centros recreativos o fachadas de edificios, algunos de ellos emblemáticos.
Varias de sus esculturas se han convertido en iconos de cubanía.


'Figura trunca' (1937, terracota) Foto: Yuris Nórido

Algunas esculturas de Rita Longa en La Habana:


-La fuente de los mártires (1946, mármol). En el Parque de los Mártires, al inicio de Prado.


-Relieve Ciencia y Fe (1946, piedra). Ubicado en la fachada de la antigua Liga contra el Cáncer -hoy Hospital Oncológico-, le hizo merecedora de la medalla de oro de la Architectural League of New York.


-Los Atlantes, figuras también conocidas como Previsión y Cooperación (piedra de Jaimanitas, 1948). Fachada del edificio de la compañía de seguros La Tabacalera en calle Morro. 
El denominado 'friso del tabaco', decorado con hojas de esta planta, en el mismo edificio, también es suyo.


-Bailarina (1950, hormigón armado). En los Arcos de Cristal del Tropicana.


-La Ilusión (1950, bronce). En el vestíbulo del cine-teatro Payret. Para este mismo cine realizó también el conjunto escultórico de las musas, que decoraban las paredes de la sala de proyección.


-Forma, Espacio y Luz (1953, mármol). En la fachada del Museo Nacional de Bellas Artes



-Piedad, (1957, mármol). Panteón de la familia Aguilera-Pollack, en la Necrópolis de Colón.

Con el triunfo de la Revolución Cubana en 1959, Rita Longa se vincula al proceso de transformaciones sociales y ambientales que vivía el país.
Comienza a trabajar en el Taller Guamá inspirado por Celia Sánchez, para crear objetos decorativos en centros turísticos.
De esta etapa destacan las 25 figuras de aborígenes cubanos que engalanan el Centro Turístico Guamá, conocido como la Aldea Taína.
'La leyenda de Canimao' (1995) en Matanzas y la 'Clepsidra' (1997), en el hotel Habana Libre, fueron sus últimas obras.

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